¿Por qué siguen habiendo embarazos no deseados en adolescentes? Lo que los padres tienen que saber (Parte I)
Conociendo los puntos de desarrollo habituales relacionados con la sexualidad y la reproducción durante la adolescencia, los padres pueden ajustar su mensaje sobre salud sexual para satisfacer mejor las necesidades de sus hijos.
Los estudios confirman que la mayoría de los embarazos accidentales ocurren durante la adolescencia. Por lo tanto, es preciso comprender la mentalidad de desarrollo de los adolescentes para prepararlos para manejar los instintos sexuales que son naturales debido a los procesos biológicos que ocurren dentro de sus cuerpos, las situaciones sociales que pueden influir en su capacidad de toma de decisiones, así como su capacidad cognitiva para comprender sus decisiones y anticipar las consecuencias de sus actos.
Embarazos en la Preadolescencia
Un embarazo no deseado puede ocurrir a cualquier edad, incluidas las niñas de hasta 11 años. Muchos padres piensan que en la infancia tardía o la preadolescencia es demasiado pronto para hablar sobre la salud sexual y la reproducción. Sin embargo, las niñas preadolescentes pueden quedar embarazadas. Las razones más comunes son porque no comprenden los cambios que están ocurriendo en sus cuerpos, están siendo abusadas sexualmente por adolescentes mayores o adultos, o aún no han desarrollado la capacidad cognitiva para comprender que ciertos comportamientos pueden ponerlas en riesgo de embarazo.
Embarazos en la Adolescencia Temprana
Los adolescentes de entre 13 y 15 años se encuentran en el punto álgido del egocentrismo propio de esta etapa, y viven en el momento sin centrarse en las repercusiones o consecuencias de sus decisiones más allá del aquí y el ahora. Además, corren el riesgo de ser sexualmente manipulados si intentan hacerse amigos y pasar el rato con adolescentes mayores o adultos jóvenes para validar su presencia en el grupo.
Embarazos en la Adolescencia Media y Adolescencia Tardía
Los adolescentes mayores, de 16 años en adelante, pueden hacer un uso incorrecto de sus métodos anticonceptivos preferidos. O bien pueden involucrarse en conductas de riesgo relacionadas con el consumo de drogas y alcohol, que pueden perjudicar sus habilidades para tomar decisiones y el uso de preservativos. Además, los adolescentes mayores pueden correr el riesgo de ser víctimas de agresión sexual.
Los adolescentes con el menor riesgo de embarazo no deseado tienen relaciones abiertas y de confianza con uno o más adultos, saben dónde buscar ayuda cuando sea necesario, están en entornos seguros, no se involucran en conductas de alto riesgo como drogas o alcohol, y organizan sus vidas dentro de una estructura familiar que permite la independencia con límites de protección y orientación. Esto crea una situación en la que los adolescentes son conscientes de sus habilidades, límites, tienen una idea clara de sí mismos, incluso de cuál es su lugar en su familia y la sociedad, al tiempo que comprenden sus derechos y obligaciones en relación con ambos.
La mejor edad para hablar con los adolescentes sobre métodos anticonceptivos
Más importante que hablar sobre el control de la natalidad o la abstinencia a cierta edad, los padres pueden ayudar a sus hijos a evitar un embarazo no deseado al hablar sobre la dignidad del cuerpo humano desde la más temprana edad. Empezando en la infancia, enseñar a los niños a usar los nombres correctos para describir sus genitales puede eliminar el estigma negativo relacionado con la sexualidad, capacitándoles para ser dueños de sus cuerpos desde una edad temprana y ayudar a reducir el riesgo de abuso sexual evitando que el cuerpo sea un objeto de juego. Además, enseñarles a los niños que sus cuerpos son privados y que solo deberían ser vistos por los padres o proveedores de atención médica puede brindarles herramientas para comenzar a tomar decisiones sobre lo que es correcto y lo incorrecto para ellos.
A medida que los niños crecen, podemos dar continuidad a esta educación de respeto por el propio cuerpo debatiendo con ellos acerca de la sexualidad abierta o la hipersexualidad que se ve comercialmente en la sociedad. Hablar con los niños, en un lenguaje y temas apropiados para su edad, sobre mensajes explícitos provenientes de videos musicales, anuncios, programas de televisión y memes / videos / redes sociales en Internet sobre sexo y sexualidad puede ayudar a los niños a apreciar que esos mensajes tal vez no coincidan con los valores de la familia. Los padres pueden usar estas imágenes para educar e informar tanto a niños como a niñas. Poco a poco, los niños aprenden a cuestionar las imágenes que ven, buscan consejo y consejo de los padres cuando ven algo que saben que no concuerda con los valores de la familia y, con el tiempo, aprenden a evaluar imágenes sexuales explícitas de forma independiente.
Finalmente, durante la adolescencia, cuando los adolescentes tienen más independencia, los padres deben hablar directamente con ellos sobre los riesgos del comportamiento sexual prematuro y qué opciones pueden tomar si deciden involucrarse en actos sexuales para reducir los riesgos a su nivel físico, mental, social, y emocional. Se ha demostrado que las relaciones de mayor calidad entre los adolescentes y sus padres, especialmente entre madres e hijas, pueden ayudar a proteger contra la iniciación sexual temprana, retrasar la iniciación sexual y crear prácticas sexuales más sanas (por ejemplo, uso de preservativo, anticoncepción, búsqueda de tratamiento médico para la infección), etc.)
Los padres deben proporcionar a sus hijos las herramientas para tomar buenas decisiones, aunque son los hijos los que deben estar motivados para usar las herramientas que aprenden. Al comunicarse y educar claramente sobre los valores familiares, las expectativas y ayudar a los adolescentes a comprender las consecuencias potenciales de sus acciones, los padres preparan a sus hijos para pensar antes de actuar y prevenir un embarazo no deseado.
Cómo comenzar a educar a nuestros adolescentes a evitar embarazos no deseados.
Muchos padres sentimos vergüenza o incomodidad a la hora de hablar con nuestros hijos sobre sexualidad. A veces pensamos que es demasiado pronto o que nuestro hijo sabe cuáles son nuestras expectativas. Sin embargo, en realidad, el desarrollo cognitivo de la mayoría de preadolescentes y algunos adolescentes no les permite extrapolar la información que les enseñamos en casa y aplicarla a situaciones nuevas. Aprenden mejor por instrucción directa con ejemplos. Por lo tanto, si queremos asegurarnos de que nuestro hijo preadolescente comprenda las expectativas familiares en lo que a vida sexual respecta, es mejor hablar con ellos de forma directa y explícita para que entiendan de forma clara lo que se espera de ellos.
Para ilustrar esto último, cuando los grupos de niños y niñas comienzan a ir al cine juntos en grupo, alrededor de los 12 o los 13 años de edad, debemos hablar con ellos y hacerles entender qué límites corresponden a las normas de nuestra familia. Un ejemplo podría ser, “está bien ir de la mano, sin embargo, ya habrá tiempo para hacer otras cosas más adelante”. Intenta hablar y conocer a tus amigos para asegurarte de que alguien te gusta antes de besarte “. O bien,” recuerda que incluso si un chico te dice que no le dirá a nadie lo que habéis hecho juntos, lo más probable es que lo haga, o que vaya contándolo para presumir o comparta algo por redes sociales. Asegúrate de no hacer nada que no quieras que todo el mundo sepa”.
A medida que los adolescentes van creciendo y teniendo sus primeras citas, hablar honestamente sobre situaciones potenciales, cómo salir de ellas y qué hacer si se encuentran en una situación insegura, pueden brindarles las herramientas para tomar mejores decisiones. Por ejemplo, “Sabes que en nuestra familia no se permite el alcohol. Sin embargo, si te encuentras en una situación en la que tienes miedo o te presionan para hacer algo que no quieres hacer, ten por seguro que puedes llamarme a cualquier hora y yo iré a buscarte de inmediato. No diré nada para avergonzarte o regañarte en ese momento. Te quiero y solo quiero que estés a salvo. Más tarde, cuando estemos en casa, veremos cómo podemos tomar mejores decisiones en el futuro “.
El éxito depende de cómo se envía el mensaje
Lo cierto es que debemos tener este tipo de conversaciones con ellos mucho antes de lo que cabría esperar. El respeto del niño por su propio cuerpo y por los cuerpos de los demás debe ser una conversación continua que se entrelaza con otros elementos de su educación. La sexualidad no debe ser un tema tabú; la sexualidad es algo inherente a cada persona y debe ser discutida y presentada en las formas apropiadas según la edad durante la niñez y la adolescencia. Evitar el secretismo en torno a este tema puede ayudar a que los niños a acudan a adultos de confianza si les surgen preguntas, necesidades o problemas.
Si como padres elegimos educar sobre el valor del cuerpo humano y enseñamos a respetar el suyo propio y el de los demás, es fácil dar lugar a una conversación sobre sexualidad, actividad sexual y control de la natalidad. Estas conversaciones deben tener lugar antes de la primera menstruación o la pubertad, en un tono educativo relacionado con la capacidad del cuerpo para tener bebés, sentir deseos sexuales hacia los demás y otros cambios físicos. Podemos comenzar estas conversaciones con una declaración basadas en hechos constatables, como,
“Una vez tengas tu primer período / atravieses la pubertad, tendrás la capacidad de tener un bebé y tu cuerpo tendrá sentimientos que parecen extraños en este momento, pero más tarde se sentirán naturales. Afortunadamente vivimos en un momento en que las mujeres y los hombres pueden elegir cuándo quieren tener bebés para que podamos estudiar y desarrollarnos profesionalmente. Cuando llegue el momento, hablaremos sobre las opciones que existen para que puedas elegir cuándo o si deseas tener hijos”.
Más tarde, cuando empiecen a salir frecuentemente o a tener citas, podemos hablarles sobre la protección contra las enfermedades de transmisión sexual y el embarazo.
Los adolescentes son más receptivos cuando somos nosotros los que damos lugar a estas conversaciones para compartir información y cuando a su vez somos receptivos respecto a lo que ellos tienen que decir. Si empezamos este tipo de conversaciones en un intento de controlar las actividades nuestros hijos o los interrogamos sobre lo que pueden o no pueden hacer, serán un fracaso. Hablar de manera práctica puede quitarles peso y propiciar que participen activamente en la conversación. La clave es el respeto mutuo, la confianza, el tiempo y la privacidad para explorar los sentimientos e ideas nuestro hijo sin juzgarlas. Los padres debemos esforzarnos por crear un clima seguro para que nuestros hijos adolescentes hablen.
Esto último se consigue gracias a los matices. Por ejemplo, preguntando: “¿Con qué frecuencia estás teniendo relaciones sexuales?” En lugar de “¿Estás teniendo relaciones sexuales?” La primera opción presupone que el niño es sexualmente activo, por lo que puede responder a la pregunta o decir “no las mantengo”. La segunda pregunta presupone que nuestro hijo no está teniendo relaciones sexuales y, por lo tanto, él o ella ha de enfrentarse a la tesitura de perpetuar esa presuposición o de admitir que es sexualmente activo. La primera opción es más fácil para todos y da lugar a un clima abierto y seguro para hablar. La segunda exige una confesión y establece barreras entre ellos y nosotros.
Comprender el desarrollo de los adolescentes es clave para comunicarnos con ellos de forma efectiva
La adolescencia es un momento de egocentrismo que hace que los adolescentes vivan el momento y no piensen en las consecuencias a largo plazo de sus decisiones. Por lo tanto, cuando los adolescentes están en el preámbulo de una situación sexual, son impulsados por las necesidades inmediatas de sus cuerpos sin considerar las consecuencias a largo plazo (por ejemplo, enfermedades de transmisión sexual, embarazo, crisis sociales). Por lo tanto, tener conversaciones con ellos antes de que se encuentren en esas situaciones o que las experimenten, y hablar de cómo salir de situaciones de riesgo en las que puedan sentirse presionados para hacer algo para lo que no están preparados, es la mejor manera de educarles en el uso de anticonceptivos de manera apropiada y oportuna.
Como padres, solo podemos proporcionarles las herramientas para tomar buenas decisiones. Los adolescentes deben estar motivados para usarlas. Al comunicar y educar claramente sobre nuestros valores familiares, lo que esperamos de ellos y ayudándoles a comprender qué posibles consecuencias pueden tener sus acciones, les motivamos a pensar antes de actuar, lo cual es una parte vital de la transición entre la adolescencia y la adultez.
Es difícil romper el hielo en cuanto a temas como este. ¿Te has visto en la situación de hacerlo o vas a hacerlo pronto? ¿Cómo has pensado abordarlo? Comparte tu experiencia con el resto de padres en los comentarios.
Fuentes:
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