Comidas familiares libres de móviles (Beneficios de no usar teléfonos móviles en la mesa)

Carlos es un padre soltero que tiene una hija de seis años, Clara, y un chico de ocho, Álvaro. Últimamente, las comidas y cenas con los niños se están convirtiendo en un problema para él. Parece que, cada vez que se sientan a la mesa, Clara y Álvaro se las arreglan para monterle una escena: o no les gusta la comida que les ha preparado, o se enrabietan, o se levantan de la mesa antes de que terminen los demás, o se ponen a tragar como pavos o bien se pelean entre ellos. El asunto está empezando a sacar de quicio a Carlos, que trabaja como comercial y a menudo está hablando por teléfono con algún cliente durante la comida. Es imposible hacer negocios o siquiera concentrarse, con los gritos de los niños de fondo. Le encantaría saber cómo tener un poco de paz y tranquilidad durante esos ratos.

Carlos comparte con otras muchas familias la experiencia traumática de comprobar que las comidas en familia están totalmente fuera de control.

Lo cierto es que las comidas o cenas son la mejor manera de que los miembros de la familia reconecten entre ellos después de una dura jornada en el cole o el trabajo. Sentarse juntos y compartir la comida crea un espacio común en el que comprobar cómo se encuentra cada miembro de la familia, prestarse apoyo mutuo, hablar de temas importantes y construir un entorno exclusivo, donde sentirse realmente en casa.

Sin embargo, pueden aparecer barreras que impidan se produzca que esta conexión, y que son una fuente de frustración, sobre todo para los padres y madres que intentan hacer de las cenas en familia una costumbre diaria.

Una de las barreras más típicas que impiden las cenas en paz y armonía, es la creada por la costumbre de muchos padres de hablar por el móvil mientras comen. Se ha comprobado que los padres que pasan demasiado tiempo al teléfono tienen problemas con sus hijos durante las comidas.

Tanto niños como adolescentes, pero en especial los niños en edad escolar necesitan relacionarse con sus padres a diario, para comentar y obtener el apoyo que necesitan con sus logros y sus problemas. Sin esta conexión, los niños se encuentran menos preparados para manejar situaciones complicadas, gestionar las dificultades de cada día, enfrentarse a nuevos desafíos, obtener reconocimiento a sus logros y compartir sus sentimientos. Por tanto, es fundamental que los padres estén ahí para ellos y que se esfuercen por crear un espacio adecuado para ese intercambio de ideas y sentimientos. Solo así tendremos niños felices y adolescentes que se desarrollan adecuadamente.

Si, por el contrario, los padres están continuamente al teléfono, ya sea por trabajo o con llamadas personales, no tendrán cuándo ni dónde crear el entorno adecuado para relacionarse con sus hijos. Como respuesta, los niños buscarán maneras de “ser vistos”, llamando la atención, y no necesariamente de manera positiva sino, a menudo, haciendo travesuras ya que, para los niños, es mejor que te echen la bronca a que te ignoren. A menudo, los niños se portan mal o montan un drama durante las comidas familiares cuando sienten que no les hacen caso y quieren recuperar la atención de los adultos. 

Es necesario encontrar un momento cada día que dedicar a los niños y que éstos sepan que en ese tiempo van a tener toda la atención de sus padres, sin ninguna llamada o mensaje que les distraiga.  Así se podrán relajar, seguros de que sus necesidades serán atendidas. Así pues, limitar el uso de teléfonos móviles a la hora de las comidas, tanto por parte de los padres como de los hijos, es la mejor manera de demostrar que la familia es más importante que el trabajo y las demás personas. Además, se pueden adquirir rutinas positivas en estos momentos, como que cada miembro de la familia hable de una cosa buena que le haya ocurrido durante el día, y así comenzar una conversación y animar a nuestros hijos a que se abran y hablen más de sus asuntos personales y sus preocupaciones. Con el tiempo, los niños y adolescentes considerarán las comidas en familia como un entorno seguro en el que pueden preguntar lo que sea, encontrar apoyo en los días en que la vida se pone cuesta arriba y también celebrar desde pequeños logros hasta grandes triunfos.

Las investigaciones al respecto no ofrecen lugar a dudas: si se usan en exceso, los teléfonos móviles pueden convertirse en una barrera infranqueable entre padres e hijos. Los padres y madres enganchados al teléfono continuamente no podrán apreciar las señales que envían sus hijos y éstos, como reacción, actuarán de manera excesiva para llamar su atención. En cambio, si declaramos la mesa de las comidas y cenas familiares como “zona libre de móviles”, haremos de ella un espacio seguro donde nuestros hijos sabrán que van a obtener el apoyo y la atención que necesitan cada día.

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