¿Es bueno que se aburran?
Nuestros hijos necesitan jugar para crecer y desarrollar sus capacidades, pero con tanta oferta lúdica a su alrededor quizá estemos impidiendo que desarrollen su imaginación para entretenerse con cosas sencillas.
Una agenda completa
“Mamá, ¿dónde vamos hoy?”. Ya sea porque intentamos recompensarles por el poco tiempo que pasamos con ellos o porque no queremos que nos molesten demasiado, lo cierto es que llegan unas vacaciones o un fin de semana cualquiera y empezamos a planificar actividades para ellos: parque de bolas, teatro infantil, castillos hinchables… Cualquier opción es buena para que no se aburran. ¿Tan malo es que se queden en casa?
Depende de la edad
Afirmar si es positivo que los niños tengan tiempos muertos pasa por comprender la etapa de desarrollo en la que está cada uno de ellos. Como explica Deanna Marie Mason, profesional de la salud especializada en pediatría, no es la misma necesidad la de un niño de dos años, que demanda pasar más tiempo con sus padres para desarrollar sus relaciones con terceros, que uno de seis, que se muestra más independiente. Lo esencial es fomentar cada acción en cada etapa concreta del desarrollo sin infravalorar sus aptitudes. El escritor británico G.K. Chesterton explicaba así nuestra capacidad innata para asombrarnos: “ Un niño de siete años se entusiasma cuando le dicen que Tommy abrió la puerta y vio un dragón. Un niño de tres, cuando le dicen que Tommy abrió la puerta”.
Necesario para crecer
Un niño que está distraído constantemente no tendrá tiempo suficiente para trabajar en su propio desarrollo. Es necesario que los pequeños, a medida que crecen y obtienen mayor autonomía y capacidades físicas e intelectuales, dispongan de momentos “sin nada que hacer”. Un tiempo que aprenderán a gestionar y durante el cual practicarán precisamente el modo de evitar aburrirse, explica Deanna Marie Mason. Es responsabilidad de los padres ofrecer a sus hijos herramientas y recursos (como la propia educación o unos hábitos correctos) con los que gestionar el autocontrol. Al aprender a usarlo serán capaces de administrar también el tiempo en el que no dispongan de ninguna actividad previamente organizada.
Autonomía y creatividad
Los niños necesitan estar activos para su educación y desarrollo, ya que a través del juego investigan, exploran y descubren el mundo. Sin embargo, el juego infantil puede darse de muchas formas y si los adultos les organizamos constantemente la manera de entretenerse desarrollarán menos su creatividad. Si no permitimos que se aburran y sean ellos los que descubran alguna forma de divertirse, siempre reclamarán la participación de los padres y no sabrán distraerse solos ni un solo momento.
Vale lo de siempre
Acércale a los juegos de siempre: descubrir nuevas maneras de jugar con sus muñecos, pintar en un folio en blanco o construir una cabaña en su cuarto con cojines y toallas. Tampoco hace falta irse muy lejos para que se diviertan: las tardes de parque con otros niños son para ellos uno de sus mejores planes y les ayudarán a ensayar capacidades que utilizarán en la vida adulta: a saber perder, compartir, tomar decisiones y escuchar.
¿Demasiada estimulación?
El profesor Alberto Royo, autor del libro Contra la nueva educación, advierte de que el exceso de estímulos a los que están sometidos los niños de hoy en día (móviles, tabletas, videojuegos) provoca que se aburran, pierdan interés y se pongan nerviosos enseguida. “Necesitamos más naturalidad, tranquilidad, pausa y silencio. Cuando un niño está sin hacer nada, sin ruido y sin estímulos innecesarios, entonces se encuentra en disposición de inventar cosas”.