Mi bebé no quiere comer
La alimentación es un tema recurrente en las consultas pediátricas. Muchos padres sufren porque creen que su bebé no come suficiente o han notado que antes comía más, y ahora parece haber reducido el interés por la comida. Generalmente, esto no debe ser un problema grave, ya que los bebés nacen sabiendo identificar el hambre y la saciedad. En este contexto, son los padres los que deben “confiar” en los más pequeños y aprender a interpretar las señales que desprende el bebé.
Por qué mi bebé no quiere comer: principales causas
Cuando un bebé llega a la familia es fundamental conocer las necesidades alimentarias de cada etapa de desarrollo. De este modo, se puede saber cuánta comida necesita ingerir el bebé al día. También es importante conocer las pautas alimentarias del pequeño, ya que cada bebé es diferente. A pesar de investigar las sensaciones de cada bebé, éste puede rechazar la comida. Por ello, es necesario identificar y corregir las causas.
De 0 a 6 meses
En esta franja de edad los bebés solo suelen tomar leche (materna o de fórmula). Los recién nacidos suelen realizar entre 8 y 12 tomas diarias y según van aumentando el peso, el número de tomas va disminuyendo. En estos primeros meses, los padres deben conocer al bebé y deben saber interpretar las señales de hambre para acudir a tiempo.
Cuando el bebé comienza a tener hambre, se agita, abre la boca y mueve la cabeza buscando el pecho o el biberón. Si pasa más tiempo, se estira y agita mucho, además se suelen llevar las manos a la boca. El llanto suele ser una señal tardía de hambre. Si los padres llegan tarde a darle de comer al bebé, puede ser necesario calmarlos antes de ofrecerles el alimento. Si se le ofrece el pecho o el biberón y continúa llorando, tal vez necesite un cambio de pañal, sueño o solo brazos.
A los 3 meses suele surgir la llamada crisis de los tres meses, los bebés maman cada vez más rápido y todo lo de su alrededor les parece más interesante que el pecho o el biberón, por tanto, se distraen con facilidad. A este hecho se le suma que no se llena con tanta facilidad como al inicio,en consecuencia, los padres pueden tener una falsa sensación de saciedad.
De 6 meses a un año
A partir de los 6 meses se puede incluir alimentos diferentes a la leche materna, de un modo progresivo. Si el bebé toma biberón, la edad para iniciar la alimentación complementaria no está establecida, pero los pediatras suelen recomendar también hacerlo en torno a los seis meses. Algunos bebés suelen mostrar poco interés por la comida, por ello, siguen alimentándose casi exclusivamente de leche.
Es importante tener claras algunas ideas sobre esta etapa. Lo primero de todo es que la edad de inicio de la alimentación complementaria es solo una recomendación, algunos bebés pueden estar preparados un poco antes y otros no necesitarlo hasta más tarde. Por otro lado, se debe resaltar que la leche debe continuar siendo el alimento principal, por ello, el resto de alimentos reciben el nombre de complementarios.
Por otra parte, los bebés también tienen sus preferencias y gustos. Por este motivo, en ocasiones es necesario ir probando alimentos incluso 10 veces hasta conseguir que les guste. Por lo general, los bebés que son alimentados con lactancia materna, suelen tener mejor aceptación a los alimentos nuevos, ya que han probado diferentes sabores a través de la leche de sus madres.
A partir de un año
Numerosos niños comienzan a comer menos a partir del año. Una de las principales razones es que el crecimiento no está tan acelerado como en los primeros meses de vida. Los bebés suelen duplicar su peso de nacimiento sobre los 4 y 6 meses, y lo triplican a la llegada del año.
Otra de las razones por las que comen menos, es por la llegada de alimentos sólidos y da la sensación de que comen menos cantidad. Además, según va creciendo, el bebé va teniendo preferencias, e incluso pueden dejar de tomar ciertos alimentos que anteriormente ingerían con facilidad.
La anorexia en bebés
La anorexia en lactantes suele producirse principalmente por causa orgánica, predominando las infecciones. Por ello, el rechazo a la comida por parte del bebé, solo en contadas ocasiones, se produce por un conflicto en su relación con la madre. En las enfermedades febriles, la inapetencia suele ir acompañada de fiebre. En gastroenteritis, el niño puede mostrar su negatividad por la ingesta de alimentos. A medida que el bebé crece, las causas funcionales son más frecuentes.
El papel de los padres
Errores dietéticos durante los primeros meses de vida del bebé, también pueden provocar anorexia pertinaz. A veces el destete a nuevos sabores, la modificación de la cantidad, así como la llegada de la fruta, verduras o papillas, pueden generar resistencia del niño a la alimentación.
Los padres no deben preocuparse en exceso por la cantidad de comida que ingieren sus bebés. No debe existir un motivo de preocupación si el bebé, a pesar de la desgana, se manifiesta normalmente despierto, vivaz y activo durante las horas de la comida. Además, es importante controlar el peso del niño y vigilar su aspecto, la postura más sabía es tomar esta tarea con tranquilidad y no agobiarlo.
Los padres deben hacer que el momento de la comida sea confortable, evitando así enfrentamientos o confrontaciones innecesarias que pueden derivar en mayor agobio del pequeño. Si los padres persisten en el enfrentamiento, los mecanismos de rechazo por parte del bebé se acentúan.
Por otro lado, los padres deben conocer los tipos de rechazo a la alimentación por parte de su hijo. Existen dos tipos de rechazo:
- Rechazo activo. El bebé desvía la boca al intentar aproximar el biberón, cuchara o pecho, suelen escupir el alimento y lloran compulsivamente, incluso pueden llegar a vomitar.
- Rechazo pasivo. Permanecen quietos y dejan introducir el alimento en su boca, pero no se lo tragan. Posteriormente, cuando la cavidad ya está llena, entreabren la boca y expulsan el contenido. Este trastorno reactivo es el más frecuente.
Cuestiones que no se deben hacer
Sea cual sea la edad del bebé, ninguna de las siguientes estrategias educativas suele funcionar, además pueden ser contraproducentes:
- Obligar a comer. Los padres deben poner al alcance del niño los alimentos más saludables, es el propio bebé quien debe elegir qué y cuánto quiere ingerir. Obligar al niño a comer puede generar el efecto contrario, por ello, las estrategias tradicionales como la cucharita o el avión pueden generar trastornos del comportamiento alimentario posteriormente.
- Obligar a acabarse el plato. La Academia Americana de Pediatría manifiesta que se debe terminar con el club del plato limpio. Los bebés nacen con una capacidad innata para responder a las señales de hambre y saciedad. Por este motivo, obligar a acabar el plato puede modificar esa autorregulación, además se ha comprobado que no tiene beneficios sobre la salud de los bebés. Esta maniobra educativa suele favorecer la obesidad. Poner porciones más pequeñas puede ayudar a que el niño se lo termine. Los padres deben saber que un niño que no se termina la comida es un niño normal.
- Comer entretenido con pantallas. Por un lado, los menores de 2 años no deberían ser expuestos a las pantallas. Por otro lado, comer frente a la televisión o una tablet hace que el niño sea menos consciente de lo que come y puede llevar a consumir en exceso, favorece la obesidad.
- Usar la comida como un premio o castigo. Esto hace que los alimentos se tomen con connotaciones positivas o negativas. Por ejemplo, un postre sobrecargado de azúcar como premio y unas verduras como castigo.
Consejos para que el bebé coma
A partir del año, los niños pueden comer prácticamente lo mismo que el resto de la familia. Pero algunos de los siguientes consejos pueden ayudar a que coma mejor:
- Permitir que el niño elija la comida. Los niños comen mejor lo que ellos han decidido que quieren comer. Por ello, los padres pueden presentar diferentes opciones saludables. Por ejemplo, a la hora de la merienda se le puede ofrecer yogur, fruta o algo salado, de este modo, el niño elige el alimento que más le apetece.
- Ofrecer sin obligar. Como ya se ha comentado anteriormente, obligar al bebé a comer es contraproducente. Los padres deben escuchar el apetito de sus niños.
- Dejar visible lo que deben comer. Por ejemplo, se puede dejar la fruta indicada sobre la mesa o el frutero para animar a la vista del bebé.
- Poner la comida de manera atractiva. Los niños, al igual que los adultos, comemos mucho por los ojos. Si el plato es atractivo, probablemente, las ganas de ingerir el alimento aumenten.
- Cocinar de diferentes maneras un mismo alimento para que el niño lo pruebe. Por ejemplo, la coliflor se puede cocinar hervida, con bechamel o como base de pizza.
Los bebés nacen con una capacidad innata para autorregularse, saben interpretar cuándo tiene hambre y cuando están saciados. Sin embargo, en las siguientes situaciones, el rechazo puede significar algo más y es conveniente una revisión pediátrica:
- El bebé es un recién nacido y pasan muchas horas entre toma y toma.
- Si además de no querer comer el bebé está irritable, tiene pérdida de peso, signos de deshidratación o decaimiento.
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